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2018, un buen año

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Uno de los cambios que podríamos ver en 2018 es la entrada de los Bancos Centrales en bitcoin.

¿Qué nos depara el año que estamos estrenando? Es imposible adelantarlo todo, porque como decía el filósofo Friedrich A. Hayek, para hacerlo necesitaríamos contar con información que aún no se ha creado. Pero tampoco es cierto que nos encontremos ante una total ignorancia del futuro, una situación que nos llevaría a la parálisis, a la espera de que nos ocurriese cualquier cosa. Y no tenemos una espesa niebla ante nosotros porque todas nuestras acciones forman parte de procesos que están en marcha y que, más o menos, siguen un cierto orden. Basándonos en esto, y en lo que sabemos de 2017, vamos a intentar hacernos una idea sobre cómo podrá ser 2018, tanto en economía como en política globales.

Y para instituciones más o menos predecibles, las de los Estados Unidos. Cada cuatro años hay elecciones presidenciales. Para las siguientes quedan poco menos de tres. Pero cada dos años se renueva toda la Cámara de Representantes y un tercio del Senado. ¿Qué ocurrirá en noviembre de este año? ¿Mantendrán los republicanos su ventaja en ambas Cámaras? Hay dos elementos que nos hacen pensar en un duro castigo al GOP. Uno de ellos es que Trump es un presidente muy impopular, y que su sobresaliente comienzo, con decisiones relevantes pero aún sin contar con el Congreso, no ha sido suficiente para compensar su desastroso perfil público ni los escándalos que llegaron con él a la Casa Blanca. Ni su política exterior ni su rebaja de impuestos ni, digámoslo claro, la recuperación económica, serán suficientes para elevar su perfil lo suficiente. Además, este es el año en el que la investigación de Robert Müller puede conducir al deseado impeachment. Deseado por muchos incluso antes de que llegase a la presidencia. El segundo elemento que juega en su contra es que, sabiamente, los electores estadounidense tradicionalmente votan en contra del nuevo presidente en las primeras elecciones de mitad de mandato.

Según Roll Call, los representantes con más papeletas para perder su puesto son diez republicanos y dos demócratas. Eso reduciría la mayoría republicana, pero no cambiaría de signo. En el Senado, los Demócratas tendrían que ganarle tres puestos a los Republicanos, pero son ellos mismos los que están en una situación más vulnerable. Si los republicanos pierden la mayoría en el Senado, Trump perderá a su vez dos elementos fundamentales de su presidencia. Uno, su capacidad para nombrar con éxito un juez del Tribunal Supremo. Dos, se verá ante la posibilidad de que triunfe un impeachment (recusación), lo que le colocaría más allá de toda duda como uno de los peores presidentes de la historia.

No está claro si Trump abrirá una guerra comercial con China. Pero sí es más probable que su posición “dura” hacia Pekín permita a Rusia forjar una alianza más cercana con la macrodictadura asiática. No será el único movimiento importante de Moscú como reacción a la política de Washington. Trump seguirá acelerando su presión sobre Irán, y ello, junto con la fortaleza de la posición rusa en Siria, permitirá al dictador Putin ampliar su influencia en Oriente Medio. No es probable que Trump apriete el botón que iniciaría una guerra contra Corea del Norte. Si se viese muy reforzado tras las elecciones de noviembre (algo, por lo demás, improbable), sí podría considerar esa opción con más atención.

Más cerca de casa, la novedad es Emmanuel Macron. Un político sin ideología conocida, sin partido, elevado a vicepresidente de Europa (la presidenta es Angela Merkel), y con una ambición sólo comparable a la de su antecesor Sarkozy. Macron le ha planteado a Alemania la creación de un fondo de inversión en la eurozona, y un cambio también en la estructura institucional. Merkel tiene que gobernar con los socialdemócratas, y éstos son más cercanos a las tesis de Macron, de modo que lo previsible es que aunque el francés vea que el avance es insuficiente, iremos en la dirección marcada por él. Por otro lado parece que tendremos un buen año para la Unión Europea, sin invasiones de Ucrania o referéndum para salirse del club, y en un contexto de crecimiento económico. Sin salirse de la UE, permítanme la broma, veremos el final de Theresa May en Downing Street.

Quizás lo más notable, dentro de lo muy predecible para este año, es la subida de tipos. Por lo que se refiere a la Fed, Janet Yellen ya ha iniciado ese retorno hacia tipos de interés más normales; es decir, más cercanos a una horquilla de entre el 3 y el 5 ó 6 por ciento. El sucesor de Yellen no es probable que revierta la tendencia, y el BCE también seguirá por la senda de los tipos más altos. Malas noticias para el oro y, sobre todo, para el valor refugio de moda que es el bitcoin. Aunque en este caso, parece que los motores de su extraordinaria evolución son otros. Uno de los cambios que podríamos ver en 2018 es la entrada de los Bancos Centrales en bitcoin. Y en tal caso, veríamos a cada una de estas “monedas” en seis cifras. Por lo que se refiere al petróleo, a pesar de la situación de la oferta parece que va a seguir mejorando sus precios. De hecho, Statfor se basa en eso para esperar que se mantenga la OPEP sin defecciones, en contra de lo que muchos creían.

Con todo, será otro año de crecimiento global, no sólo en las economías consolidadas, sino también en las emergentes. Pero lo más importante, lo más relevante para nosotros, para quienes nos buscamos la vida y pagamos impuestos, ocurrirá fuera de los despachos de los políticos. Será una nueva aplicación, o el aumento de ventas de los Tesla, o una extensión de tendencias actuales como la gig-economy, o nuevas aplicaciones del grafeno, o la creación de nuevas empresas en África. Es la economía real, y el desarrollo tecnológico, lo que más va a cambiar nuestras vidas. Pero eso… eso sí que es imposible de predecir.

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