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Dejemos que el mercado del petróleo funcione

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De todas las respuestas, la más curiosa es la que culpa a los especuladores. Si éstos pudiesen manejar el precio a su antojo, lo harían subir sin límite y tendrían una forma segura y fácil de ganar dinero. ¿Por qué no lo hacen, si son ellos los que suben los precios? Sencillamente, porque ellos no tienen esa capacidad. Intentan adelantarse a la evolución futura de los precios, ya sea al alza o a la baja. Son testigos de un teatro improvisado y en el que ellos no tienen más voz que los demás.

Todos los expertos coinciden. Los precios suben porque la demanda de petróleo es cada vez más intensa, y porque la oferta, a diferencia de lo que ha ocurrido otras veces, no sigue la estela de la demanda. Por eso estamos tan lejos del secular precio del barril a 20 dólares, y llegamos a ver cómo se compran y venden más allá de los 140 dólares.

Tony Hayward, consejero delegado de British Petroleum (BP), ha explicado recientemente en un artículo escrito para el Financial Times qué está ocurriendo con esa demanda y con esa oferta. La mayor parte del incremento de la demanda proviene de países que se están incorporando crecientemente a la globalización y con alto crecimiento, como India y China, pero en los que el precio del combustible está subsidiado, como recalca Hayward. No ocurre lo mismo en Estados Unidos y Europa. Aquí los consumidores se han adaptado a los precios más altos ajustando su consumo, y "se está comenzando a imponer la eficiencia energética".

Pero ¿Y la oferta? Está decayendo en muchas partes del mundo. La OPEP ha cerrado el grifo y en 2007 ha lanzado al mercado 350.000 barriles menos cada día. BP, como el resto de grandes compañías productoras, tiene el capital y el conocimiento suficientes para extraer más petróleo, pero el "nacionalismo de los recursos", es decir, el socialismo con tintes nacionalistas que conocemos bien en Europa, está restringiendo su entrada. "Los problemas para traer nuevo petróleo no están tanto bajo el suelo como sobre él, y no son geológicos, sino políticos".

La conclusión es evidente, y sólo podemos sumarnos a ella: deberíamos dejar que productores y consumidores adapten su comportamiento a las señales del mercado. "Los altos precios nos dicen que necesitamos más inversión en eficiencia energética, en nueva extracción, nuevas tecnologías y nuevas fuentes de energía." Pero para ello los gobiernos tienen que hacer su trabajo, eliminando todas las barreras al el mercado del petróleo.

Mientras, nos acordaremos del socialismo y del nacionalismo cuando llenemos el depósito.

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