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El Estado, la gran ficción

Publicado en Libertad Digital

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¿Saben ya los españoles que el Gobierno es improductivo, sólo gasta, y su financiación nace únicamente de hipotecar nuestra producción –deuda– y de la recaudación de los impuestos? Como dijo Frédéric Bastiat, "el Estado es la gran ficción a través de la cual todo el mundo se esfuerza en vivir a expensas de todo el mundo".

El Estado del bienestar pretendía instaurar el paraíso celestial en la Tierra por medio de la ley. Sus insalvables contradicciones jamás le permitieron conseguir tal hito. Después de décadas y décadas de Estado del bienestar siguen habiendo pobres hasta el punto de que en algunos lugares, como Barcelona, quieren expulsarlos. Tenemos una sanidad pública que no requiere de dinero para acceder a ella, pero nos exige hacer largas colas y una enorme dosis de paciencia, a veces de años, para que nos pueda sanar. Tenemos también una educación pública, pero no hay donde impartir la enseñanza. Sólo en Cataluña este curso escolar ha comenzado dándose clase en más de 800 barracones (un 7% más que el año pasado).

También hay sectores fuertemente regulados por el Estado con la excusa de que así darán un buen servicio. La intromisión estatal en el abastecimiento de agua ha creado restricciones y llamadas al no consumo debido a su venta por debajo del precio de mercado, una diferencia que se refinancia con impuestos. Estamos pagando ahora la electricidad que consumimos hace varios años, generando un abultadísimo déficit que terminará siendo cubierto un día de éstos vía impuestos; cada verano se hacen más habituales los apagones. El Gobierno nos aseguró una pensión y los menores de 40 años difícilmente la van a cobrar.

Ni el Gobierno ni los políticos han ganado en sensatez, honestidad ni eficiencia desde que una de las primeras leyes socialistas del capitalismo, la reforma a la Ley de Pobres que se produjo en la Inglaterra del siglo XIX y que generó, en parte, enormes penurias económicas popularizadas por las novelas de Charles Dickens.

La compra de votos es, como nos enseña la historia y expresa bien el refranero popular, "pan para hoy, hambre para mañana". El Estado no es un cuerno de la abundancia ni un ente distributivo responsable. Si el Estado, con grandes promesas lanzadas al crédulo y al incauto toma la economía para burocratizarla corremos el riesgo de tener derecho a todo por ley y a nada de facto, creando pérdidas totales netas e irreversibles en nuestro tejido productivo.

¿Qué cree que pasará si el Estado se dedica a sacar más dinero de nuestros bolsillos para gastárselo en aumentar su peso y en hacernos más dependientes de él? ¿Y qué cree que ocurrirá en un entorno de creciente globalización, deslocalización de empresas, aumento de la presión fiscal y a las puertas de una posible recesión? Cuando el Estado no pueda hacer frente a sus deudas o haga chapuzas para parchear los problemas que él mismo ha creado como aumentar la edad de jubilación o pagar pensiones por debajo del nivel de subsistencia, como ya ocurre, ¿seguirá votando como solución a los partidos que le prometan más Estado y más derechos sociales?

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