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El exilio es una opción

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Soy licenciada de La Sorbonne, hablo tres idiomas y gano sesenta euros a la semana limpiando una casa.” Lo escribe mi amiga Isabelle en su blog personal y lo escribe llorando, tal vez por humillación, tal vez por el dolor de recordar que hace pocos meses era a ella a quien le limpiaban la casa en España. Pero se quedó sin trabajo, se fue gastando sus ahorros para sobrevivir y mantener a sus hijos y, finalmente, decidió regresar a su país de origen, Francia, donde pensó que las cosas serían más fáciles.

A ella al menos le queda Francia. A muchos no les queda nada porque no encuentran la forma de irse del país; muchos que se han quedado sin trabajo, sin casa y con deudas y ni siquiera pueden salir de aquí. Otros lo han logrado: se han ido y han triunfado en el extranjero y, sin embargo, se sienten exiliados forzosos. En estos días hemos conocido el caso de Urbike, la empresa catalana de bicicletas que no consiguió financiación aquí y terminó recalando en Dinamarca, donde se encargará de todo el sistema de alquiler público de bicicletas de la capital. Después supimos que una bióloga madrileña ha participado en el equipo de trabajo que realizó la primera clonación de células madre humanas en los Estados Unidos tras haber sido despedida a causa de un ERE que afectó a la plantilla de un centro de investigación en Valencia. Pero fue el caso del que es considerado el mejor físico joven de Europa, quien ni siquiera llegó a ser contratado aquí y tuvo que irse a Holanda. 

Lo triste, sin embargo, es que pretendamos depender del Gobierno para colocar a nuestros jóvenes, científicos o no. Lo triste es que, en general, exista en España una actitud pasiva en cuanto a la búsqueda  y a la creación de empleo, que tanta gente tenga una mentalidad acreedora cuya única ocurrencia consiste en exigir que se les de un puesto de trabajo o, en su defecto, que se les de una prestación por desempleo, porque es su “derecho”. Estamos extrañamente apegados a la tierra, nos cuesta demasiado esfuerzo siquiera pensar en la posibilidad de hacer las maletas y marcharnos. Fue descorazonador leer el resultado final del proyecto solidario de Nicko Nogués, autor de una iniciativa que llamó “Vete. Yo te pago el billete” y que presentó así: “Me llamo Nicko Nogués, español desde hace 10 meses en México, y estoy un poco cansado de tanto negativismo entre mis conocidos de España. Por eso, si de verdad estás harto de tu situación allí, deja de decir que te irías y vete. Es más, te quito una excusa: yo te pago el billete. Aquí no hay truco ni cartón, pero sí tres condiciones NO negociables: 1) Un único billete para una única persona. Tú eliges el destino, pero la fecha de salida la pongo yo: 1 de Enero. 2) El billete no es para que te pegues unas vacaciones de un mes, sino para que te vayas. 3) Tienes tiempo de pensarlo desde hoy 14 de diciembre de 2012, que es el día en que publico esto, hasta el día 24 de Diciembre de 2012.

Nadie estaba obligado a participar, como es lógico, pero participaron más de 700 personas. Además, se creó una especie de reacción en cadena y otras personas se sumaron al proyecto aportando cosas como un ipad para la persona que se fuera o incluso los gastos de alojamiento y dietas para la primera semana. Aún así, la persona seleccionada renunció a su billete con una excusa peregrina. Nogués, visiblemente decepcionado, decidió saltarse su propia norma de “un solo sorteo, un solo ganador” y repitió el sorteo. Nuevamente, la persona seleccionada declinó la oferta, así que el proyecto Vete se cerró sin que nadie se fuera. Parece que ya no nos queda ni París ni ningún lugar del mundo, porque no nos vamos de aquí ni aunque nos paguen el billete. El proyecto Vete se va a reabrir el 14 de diciembre de 2013, así que la excusa de que 15 días eran insuficientes para preparar un viaje así queda invalidada. La incógnita es: ¿se irá alguien esta vez?

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