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España y el GPS de la política

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Esta semana se abre con la noticia de la concesión del Premio Nobel de Medicina 2014 a John O’KeefeMay-Britt Moser y Edvar Moser, por sus estudios que revelaron la existencia de un sistema de ubicación espacial en el cerebro y lo describieron. En un momento en el que los españoles me parecen tan desubicados, no podía ser más oportuna esta decisión. ¿Dónde estamos? Y, a partir de ahí, ¿a dónde vamos?

Por poder, PODEMOS ir a donde sea

Porque uno mira el panorama real, no el que los candidatos a las elecciones municipales y autonómicas nos pintan, y parece que seguimos donde estábamos. Fraudes, tarjetas opacas, escandalera inicial para dar paso al tedio rutinario, no sin antes detenernos en las declaraciones tan oportunas como insustanciales de nuevos líderes que quieren mostrar su disposición a ganar el título de míster (o miss) de la política patria. Y, claro, todos nos dicen “Quiero que Madrid (o Tarragona, o Toledo, o Jaén…) sea una ciudad sin parados, donde los jóvenes no tengan que emigrar, donde los autónomos se sientan apoyados, una ciudad limpia, sana, alegre, vital…”. Ya. Y yo quiero un apartamento enorme con vistas a la sierra. Pero no tengo dinero para pagarlo. Como los candidatos no tienen dinero “pa’ tanta deuda” parafraseando a la gran Celia Cruz y su “no hay casa pa’ tanta gente”.

Y mientras, Podemos no deja de cavar su tumba con declaraciones cada vez más aberrantes, más comprometedoras por irrealizables, de manera que hasta quienes les parecía que el chico éste de la coleta parece “muy majo” y casi le votamos que algo hará, sospechan ya que la cosa no tiene mucho recorrido.

Eso sí, los y las “pablettes” siguen su circulización asamblearia en una especie de fiebre loca, como si el “golpe a golpe, verso a verso” se hubiera tornado “círculo a círculo”. Grotesco. Pero ahí está, y sacará sus votos dependiendo de la ciudad, porque a los españoles las cosas grotescas e irreales nos encantan. Otra cosa es cuando llegue la factura. El gasto de Gallardón nos va a parecer un alarde de austeridad en comparación.

Programar el GPS

Suena a perogrullada, pero da la sensación de que se nos ha olvidado programar el GPS y seguimos  unas directrices que no sabemos muy bien a dónde nos llevan. Y ahí andamos bordeando precipicios, a veces, de los que es imposible o muy difícil salir. Y me refiero a todas las referencias al 36, a la guerra que nunca se fue, al enfrentamiento. Y cuando señalas a tu interlocutor lo peligroso de esa actitud, invariablemente la respuesta es “Ellos han empezado” que es la típica frase que suena justo antes de un apocalipsis. La de después suele ser “No era esto, no era esto”.

¿Queremos salir de la crisis? Déjense de monsergas, déjense de politiqueos, apostemos por lo rentable, no por lo políticamente más conveniente; apoyemos a empresarios (de los de verdad) y autónomos quitándoles piedras del camino, no dándoles empujones. Invirtamos con ahorro, no con deuda (que se nos sale por las orejas).

Y, desde el punto de vista de la Política, con mayúsculas. ¿Qué queremos? ¿Aceptamos pulpo como animal de compañía  y nos comemos la corrupción? Porque cuando nos planteamos a la hora de meter el papelito en la urna que no hay más, que no hay otra opción más que votar al corrupto porque todos lo son, estamos refugiándonos en la cueva del lobo. Estamos alimentando la corrupción. Estamos perpetuando nuestra propia ruina. Tal vez la tan cacareada e imprescindible renovación debería empezar por una ciudadanía que no votara ningún partido involucrado en escándalos. Sí, ya saben lo que significa: la denostada abstención. La abstención como forma de castigo, como ninguneo clamoroso que afee la conducta de esta casta que hemos amamantado votación tras votación, por miedo, ese gran aliado del abuso.

Sería antológico si los españoles tomáramos la iniciativa frente a los políticos, dirigentes, reyezuelos y caciques. Mi apuesta es que habrá participación masiva en las elecciones del 2015. Al tiempo.

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