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Estúpida regulación sobre Facebook

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El legislativo germano considera que establecer perfiles de los trabajadores presentes o potenciales con los datos proporcionados por ellos mismos en dichas redes atenta contra su derecho a la intimidad. Quedarían al margen de la futura legislación aquellas plataformas que, como Xing o LinkedIn, tienen como razón de ser el establecimiento de contactos profesionales y la búsqueda de empleo.

La lógica de la denominada "Ley Facebook" hace aguas por todas partes. Para empezar, no proscribe que los responsables de las empresas visiten los perfiles de empleados y candidatos. Eso seguiría siendo legal. Lo que se prohíbe es que, a la hora de tomar una decisión sobre la persona en cuestión, se pueda tener en cuenta la información así obtenida. Dicho de otro modo, pretende que los directivos y responsables de recursos humanos tengan que hacerse los tontos y los ciegos ante unos datos que pueden obtener legalmente.

Pero eso no es lo peor. Los promotores del proyecto de ley pretenden que atenta contra la intimidad de alguien el obtener una información sobre una persona que ella misma ha hecho pública. Si un trabajador berlinés se pide la baja por enfermedad y después sube a su perfil una foto en la que se le ve tomando una cerveza en un hotel de Mallorca es él quien ha hecho el idiota enseñando al mundo (incluido a ese jefe al que previamente ha incluido entre sus contactos) como intentaba engañar a sus empleadores. Cualquier reclamación al derecho a la privacidad resulta absurda en este tipo de supuestos.

Si los usuarios de las redes sociales tienen un enemigo de su intimidad son ellos mismos. En Facebook, Twitter y similares hay un exhibicionismo en muchos casos desmedido. Muchas personas han encontrado en estos servicios un modo de jugar a ser famosos. Ellos mismos se convierten en las "estrellas" de su propia "revista del corazón", su propio perfil en la red social, en la que cuentan al resto de la humanidad dónde están, que hicieron la noche anterior o lo que piensan sobre un asunto en concreto. Su forma de actuar es libre, por lo que nadie debe protegerles de su propia indiscreción. Y mucho menos, el Estado.

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