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Hay que secuestrar el presupuesto

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“A billion here, a billion there -sooner or later it adds up to real money." Everett Dirksen

“Deficit reduction is painful, so better to get it over with now”

Esta semana se han liquidado 12.000 millones de dólares en futuros bursátiles americanos. El jueves, un minuto antes del cierre, se vendieron 5.000. Hay miedo al “secuestro del presupuesto” y la incertidumbre del techo de deuda, que comentamos aquí. Y es un miedo infundado promovido por los defensores del gasto excesivo -bancos de inversión y analistas los primeros-.

Estados Unidos debe secuestrar el presupuesto, ya. Es imperativo. Si no, las dudas sobre las cuentas públicas pasarán a convertirse en certezas.

Hay muchas lecciones que podemos aprender del problema fiscal de Estados Unidos, que va camino de superar a Grecia en deuda sobre PIB. La primera es que imprimir moneda y monetizar deuda simplemente no genera crecimiento. La patada hacia delante solo aumenta la bola de nieve. La segunda es que los problemas estructurales de gasto deben afrontarse de manera decisiva, y casi quirúrgica, porque luego los parches son peores.

 

Un problema de gastos, no de ingresos

El problema en EEUU no es de ingresos –que se solucionó con el vencimiento de parte de las deducciones fiscales-, sino de gasto excesivo. Un gasto público, que -ajustado por inflación- ha sido el más alto desde 1951, durante el mandato del presidente Obama (datos Office of Management and Budget). Como comentábamos aquí, el gasto público se ha disparado durante la administración Obama a un 24% del PIB de media, comparado con un 22% en la época de Reagan, un 19% durante los mandatos de Bush padre e hijo, y un 17% con Clinton. En España, el gasto público es ya el 45% del PIB -algunos cálculos llegan al 52%-.

Los ingresos fiscales de EEUU en 2012 subieron –gracias fundamentalmente al sector de petróleo y gas y a los impuestos a las personas físicas- a 2,45 billones de dólares (trillones americanos), un aumento del 6%.Tras el vencimiento de los beneficios fiscales de diciembre 2012, los ingresos volverán a subir en 2013 un 7%… Pero, oh sorpresa, la máquina que lo fagocita todo, el gasto público, llevaría a EEUU a aumentar su déficit de nuevo, a pesar de las subidas de impuestos. ¿Les suena?

En Estados Unidos, muchos claman por subir impuestos “a los ricos”, el cuento del “sistema Buffett”. Es un engaño, porque lo que esconde es la destrucción de la clase media, que es la que sufre la represión financiera. Aumentar un 45% los impuestos a los ricos no reduce el déficit ni en un 0,1% -al ser progresivo-. Es un subterfugio para seguir gastando y exprimiendo a los trabajadores asalariados.

Es cuestión de matemáticas. Aumentar los impuestos a los ricos no sube los ingresos de un 16% del PIB a un 22%. La riqueza total de los mayores millonarios de EEUU aumentó en 2012 en 4.000 millones de dólares. Si les hubieras podido confiscar el 100% de ese incremento –irreal a todas luces- no se hubiera reducido prácticamente nada el déficit, que es de un billón (trillón americano).

Los gastos y por qué no es sostenible mantenerlos

Un 21% del presupuesto americano se gasta en un sistema de salud caro e ineficiente –Medicare, Medicaid y CHIP-. Supone 769.000 millones de dólares. Otro 20% del presupuesto americano (718.000 millones de dólares) se gasta en defensa y, finalmente, un 20% a la seguridad social, que sostiene a 35,6 millones de pensionistas.

Y ahí está el problema. El número de trabajadores por pensionista era de 5,1 en 1960, pero había descendido a menos de 3 en 2012, y se espera que caiga a 2,2 en 2030. ¿Les suena? En España ya es menos de 2 trabajadores por pensionista.

Aunque suene “políticamente incorrecto”, Mitt Romney tenía razón. Un sistema donde más del 40% de la población vive de apoyos estatales y no contribuye, hunde a la clase media si atacamos el problema desde los impuestos. Donde se equivocaba Romney era en pensar que podía aumentar o mantener el gasto de defensa, que es insostenible.

La solución está en cortar gasto y la independencia energética

Pero la solución, de nuevo, está en las materias primas y en reducir los gastos. Estados Unidos ya importa menos de 6 millones de barriles al día de petróleo, la cifra más baja desde 1992, gracias a la revolución de producción domestica. Si les interesa, lean aquí el camino a la independencia energética de EEUU. Esto tiene un efecto positivo adicional. Hay que gastar menos en ser el policía de Oriente Medio, que en mis cálculos supone casi un 12% del gasto de defensa americano anual.

Pero si se va a sostener el sistema de seguridad social y sanitario, los recortes deben ser quirúrgicos, continuados y sistemáticos. Por eso, el secuestro es un método que funciona. Porque quita poder decisor al que gasta, se corta matemáticamente y obliga a ser eficiente aunque no se quiera.

El impacto del secuestro

El gobierno federal tiene 2,2 millones de funcionarios y otros ocho millones contratados –compárenlo con nuestros 3,2 millones para una población varias veces inferior-. Se estima que el secuestro lleve a un recorte de al menos 800.000 empleados públicos. Y se puede hacer ahora, precisamente, que los sectores de alta productividad están generando empleo de calidad.

En cuanto al PIB, Macroeconomic Advisors (MA) espera un impacto del 1,3% en 2013 y del 0,6% en 2014. Irrelevante comparado con la mejora de la factura energética que EEUU está llevando a cabo por aumento de producción doméstica. Por ello, estoy convencido de que si se secuestra el presupuesto la caída del PIB no va a ser la que predicen algunos. Ahora, si se mantiene el gasto, el efecto destructor del endeudamiento sí va a tener un impacto en subidas de impuestos y caída de actividad económica.

Menos de un 10% de las ventas del índice S&P 500 depende del gobierno y un 75% de ese impacto recae en los sectores de defensa y farmacéutico-sanidad. De hecho, de los recortes anunciados, más del 50% son en defensa. Es decir, que el secuestro del presupuesto tiene un impacto muy limitado sobre los sectores que realmente generan empleo y riqueza en Estados Unidos, tecnología, servicios y petróleo.

Para mí, el miedo al secuestro es simplemente la reacción de un mercado adicto a la deuda y enganchado a las apuestas inflacionistas. Y, como tal, es una oportunidad para invertir en EEUU fuera de los sectores afectados –defensa y healthcare-.

Un mercado ‘yonki’ que pide deuda

Este no es un mercado de inversores y gestores públicos prudentes -sí, los políticos son también “el mercado”-. Es un mercado de yonkis esperando que se inyecte más droga al enfermo de la economía global. Y hay que temerlo por ello. Deuda con más deuda a costa de generaciones futuras, aunque todas las medidas de patada hacia delante no funcionen. Por eso, siempre digo que tengamos cuidado con legislar mirando a lo que pide un mercado adicto. Si premia el gasto y la inflación, como ocurre hoy, es pan para hoy y desastre para mañana.

¿Por qué defiendo el secuestro del presupuesto? Primero, porque el impacto máximo es de un 1,3%-1,5% del PIB, menos de un 1,2% en las empresas del S&P 500, pero extremadamente positivo para el déficit, ya que supone –junto a las otras medidas adoptadas- reducir hasta un 30% el déficit anual.

 

Por otro lado, lo defiendo porque no requiere tremendas negociaciones políticas y compromisos, es automático, incuestionable y –lo más importante- duradero. Es decir, su efecto en el gasto se extiende a más de un año.

¿Secuestrar el presupuesto en España?

Aprendamos a no llegar a una situación similar a la americana. No nos contemos el cuento de la lechera de las exportaciones, que además se están desacelerando, y como comentaba El Confidencial aquí, evitemos que España siga siendo el país de la eurozona con mayor déficit público, gastando unos 100.000 millones de euros más de lo que ingresa, a pesar de una subida de impuestos brutal que ha llevado a los ingresos del Estado a subir imperceptiblemente, incluidas las trampas en facturas y adelantos. Cuando los gestores son incapaces de administrar correctamente sus presupuestos, se les reduce. Si es automáticamente, mejor. Si dejamos la ejecución a su albedrio, siempre se llega a la trampa del “cuarto trimestre”. Gastar y esconder.

Secuestrar el presupuesto es sano. Obliga a ser eficiente y gestionar los recursos desde la realidad, no desde el cuento de “el año que viene todo sube”. La política del avestruz no sirve.

Sí, Estados Unidos seguramente subirá el techo de deuda en abril, pero su situación de gasto y deuda ya no es compleja, es dramática. Y la política de bajar tipos, imprimir, sostener un gasto inútil y monetizar deuda no funciona. Pero aún hay gente que pide repetir. No me cuenten historias de puestos de trabajo creados, que se hubieran creado igual sin esas políticas monetarias, porque vienen de sectores globales como sanidad y petróleo… o que “hubiera sido peor”, el engaño más insultante cuando se incumplen todos los objetivos de creación de empleo, reducción de déficit y deuda que se pretendían conseguir con las políticas expansivas.

Si Estados Unidos se “pone las pilas”, y por fin reduce gastos, tendrá un cierto impacto en las previsiones optimistas de todo el mundo. Pero ese impacto, si se aprovecha ahora que muchos de los sectores de alta productividad están funcionando, es parte de la solución. Adaptarnos todos, sobre todo los gobiernos, a un mundo que no es todo crecimiento, pero que tiene mucho futuro si se permite a las empresas florecer.

Pero si Estados Unidos, y nosotros con ellos, seguimos con la política del avestruz, los problemas volverán a presentarse unos meses después. Seguro.

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