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Una teoría sobre George Soros

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La sociedad abierta de Soros no es una sociedad libre.

El digital OK Diario informó que el miércoles 27 de junio el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchezse había reunido con George Soros. Fue una reunión de una hora y media, según le contaron al periódico fuentes cercanas al inversor húngaro. Le acompañaban otras dos personas, sin identificar, que el diario cree que formaban parte del séquito de Soros.

Es llamativo que una de las primeras reuniones que haya tenido el nuevo presidente español sea con este conocido empresario, y no es el último de los motivos que la reunión fuese secreta; al menos hasta que lo que resta de prensa no controlada por el Ejecutivo la sacase a la luz. También lo es porque Soros no es un empresario al uso. Tiene una fortuna personal de 8.000 millones de dólares, y su fondo controla 27.000 millones en activos. Y ha dotado con 14.000 millones de dólares a una fundación, The Open Society Foundations, cuya misión pública es fomentar sus ideas progresistas.

Que un líder socialista se vea en secreto con un hombre que ha hecho su fortunaespeculando contra una moneda nacional, y que tiene vinculaciones más que dudosas con varios gobiernos, y que por añadidura apoya el proceso de disgregación de España, y todo ello en secreto. ¿Qué habrá salido de aquella reunión que contribuya al bien de los españoles? Sólo podemos imaginarlo.

¿Quién es George Soros? ¿Cuál es su historia? ¿Qué interés tiene por España? Su familia, judía, se apellidaba Schwartz, pero su padre adoptó el apellido “Soros”, que significa “ascenso de la voluntad”. Para su padre, Tividar, el esperanto suponía una oportunidad de la humanidad de construir un mundo común para todos, alejado de todos los prejuicios de las culturas cosidas con los idiomas históricos.

Soros y el nazismo

Los nacional socialistas ocuparon Budapest en 1944, y su familia hizo lo que pudo para salvarse. Tividar dividió a su familia para aumentar las posibilidades de que no se perdiera toda. Se hicieron pasar por cristianos, para lo cual tuvo que sobornar a varios funcionarios del gobierno y conseguir unas identidades falsas. Y logró que varias familias cristianas adoptasen a sus hijos. George estuvo en casa de un funcionario llamado Baumbach, y que entre otras atribuciones tenía la de deportar judíos, requisar sus bienes y enviarlos a Alemania. George le acompañaba en ocasiones, pero él no tiene ningún sentimiento de culpa por ello. “Sólo era un espectador”.

  • Soros lo recordó así en una entrevista concedida a la CBS en 1998, conducida por Steve Kros:
  • Steve Kroft: Tengo entendido que salía con este protector tuyo, que juró que eras su ahijado adoptivo.
  • Soros: Sí. Sí.
  • Steve Kroft: Salía, de hecho, y le ayudaba en la confiscación de propiedades de los judíos.
  • Soros: Sí. Es correcto. Sí.
  • Steve Kroft: Quiero decir, eso suena como una experiencia que enviaría a muchas personas al diván de un psiquiatra durante muchos, muchos años. ¿Fue difícil?
  • Soros: No, en absoluto. De ningún modo.
  • Steve Kroft: ¿No tiene sentimiento de culpa?
  • Soros: No.

La breve biografía de Soros escrita para Discover the networks recoge este episodio, y otro de los recuerdos del especulador de aquéllos años. En particular, del año en que Hungría fue invadida por Alemania: “Probablemente fue el año más feliz de mi vida. Fue una experiencia muy positiva para mí. Es algo extraño, porque ves un indecible sufrimiento a tu alrededor, y teniendo en cuenta que tú mismo estás expuesto a un peligro considerable. Pero tienes catorce años, y piensas que a ti no te alcanza. Crees en ti mismo. Crees en tu padre. Es una experiencia feliz, exhultante”.

Su padre hizo lo que pudo para salvar a su familia, y nadie se lo reprochará en absoluto. Sobre el chico de 14 años, es muy difícil valorar lo que una situación extrema puede producir en un adolescente al que un exceso de hormonas le puede jugar una mala pasada. Pero creo que es justo decir que no es un hombre al que las desgracias anejas, las que tiene cerca y puede ver con sus propios ojos, le causen daño o inquietud.

No le conmueve el dolor cercano, real, de las personas que ve. Pero sí el de la abstracción con la que nos referimos al conjunto de personas relacionándose unas con las otras: la sociedad. Esta extrema hipermetropía moral, que le impide ver lo cercano pero que ve con total claridad las grandes masas, que desprecia las personas pero ama la humanidad en su conjunto, es propia de la izquierda. La derecha, por contra, es miope: aprecia a las personas concretas, a las que forman parte de su comunidad, y el destino de la sociedad universal no hace que se le enfríe el café.

En su caso, quizás esta anomalía moral tenga que ver también con una idea de sí mismo que desborda incluso al propio género humano. En La alquimia de las finanzas (el nombre no deja de ser significativo), dejó escrito: “Admito que siempre he albergado una idea exagerada de mi importancia. Me veo a mí mismo como una especie de dios, o como un reformista económico como Keynes o, mejor aún, como un científico como Einstein”. Eran, claro está, unas palabras tamizadas por la modestia o, acaso, por la percepción de que una respuesta más sincera podría llevar a la incomprensión.

Pero un Dios no debe preocuparse por las limitaciones del hombre para acercarse a la verdad, y Soros acaba dejando que ésta salga en una entrevista: Se ve a sí mismo “como el Dios del Antiguo Testamento (…) Ya sabe, como invisible. Yo era muy invisible. Benevolente. Era muy benevolente. Panóptico. Intento ser panóptico”. Él utiliza la expresión all-seeing, de la que panóptico quizás sea una traducción exacta, pero de un uso poco común. Por otro lado, ¿cómo sustraerse a la imagen del ojo que todo lo ve, el Ojo de la providencia, Ojo panóptico o Delta luminoso, que es un símbolo de uso común dentro de la masonería?

A un dios nos lo podemos imaginar observándonos en silencio, quizás con curiosidad, y sin intervenir en nuestras vidas. Pero no nos lo podemos imaginar ocioso. Soros tampoco. Se ve a sí mismo como alguien con la misión de cambiar el mundo. Sólo le faltaban dos cosas: una visión del mundo futuro y poder para imponerla.

Una peculiar visión de la sociedad abierta

La visión la acabó de forjar en la London School of Economics. No llegó a tener a Karl Popper de profesor, pero leyó entonces su libro. Todos tenemos un libro que ha marcado nuestra vida, y el de Soros es La sociedad abierta y sus enemigos. Él ha debido de interpretar la expresión “sociedad abierta” en el sentido que le daba el autor que acuñó la expresión, Henri Louis Bergson: una sociedad inclusiva, que no se aferra a sus tradiciones y adopta un carácter universal.

Tal como la interpreta Soros, se trata en realidad de una sociedad diluida, carente de historia o carácter, y en la que los individuos no se sienten parte más que de una humanidad universal. Una humanidad que no mirara atrás, olvidase las culturas en las que ha evolucionado, y hablase un mismo idioma; un idioma nuevo con el que transmitir valores comunes para todos. Un esperanto que fuera el idioma de Dios.

Y el poder: “Me dí cuenta de que el dinero es lo que mueve el mundo”. Ahí lo tenemos, labrándose una brillante carrera como especulador, con éxitos resonantes, como su posición contra la libra inglesa en 1992, primer año en el que ganó más de mil millones de dólares.

Ya he desgranado parte de mi teoría sobre George Soros. Su visión distorsionada de sí mismo ha contribuído sin duda a su propio éxito. El hilo que va desde la creación de un nuevo idioma para borrar de la faz de la tierra a todos los demás a la sociedad abierta entendida como plasmación de ese organismo universal sin historia le ha proporcionado una visión del mundo. Y el dinero ha hecho el resto.

¿Cuál es su interés en España? ¿Por qué quiere contribuir a destruirla? ¿Por qué se señala que es un enemigo de los Estados nación? Por un lado porque son la concreción histórica, aunque en decadencia, de las comunidades políticas. Son las montañas que él quiere socavar para construir su planicie, sin una cota por encima de sus ojos, con los que pueda observarlo todo.

Por otro lado, él ha hecho su fortuna especulando con monedas, y las grandes oportunidades de negocio aparecen en las grandes catástrofes políticas. Provocarlas es, para él, una prudente inversión. España es un punto débil de la Unión Europea, y por eso ha posado sus ojos sobre nuestro país.

Y, digámoslo claramente, su sociedad abierta no es una sociedad libre. No mira desde el individuo, para que sea libre y cree con el resto una sociedad liberada de las ataduras del poder, sino que mira como desde un panopticón al conjunto, para manejarlo con la voluntad de un dios caprichoso. Y tiene por las personas concretas la misma compasión que hacia un judío desposeído.

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